Algo aparentemente tan insignificante como un dolor de estómago, reflejado en los factores de virulencia secretados por las bacterias de Helicobacter pylori encontradas en el hombre del hielo, muestran un nuevo capítulo en la historia de la evolución humana. Una evolución marcada también por las migraciones de las diferentes poblaciones, cuyas huellas pueden todavía observarse en los microorganismos del sistema digestivo de una momia como Ötzi.
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