Resulta obvio constatar que en un planeta finito ninguna sociedad puede crecer hasta el infinito como está inscrito, como un destino, en el código genético capitalista. Y que por tanto, más tarde o más temprano, el capitalismo está llamado a chocar con unos límites externos (agotamiento de recursos) que frenarán y harán imposible su funcionamiento normal. El mundo del futuro será completamente distinto al que habíamos imaginado: un mundo de gran escasez material y pobreza energética, donde la vida cotidiana se volverá, a la fuerza, mucho más s
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