La espantada de Vestas no solo tiene en vilo a los 362 trabajadores que luchan para salvar su empleo en la planta de aerogeneradores que esta empresa danesa quiere cerrar en Villadangos del Páramo (León), tiene en vilo a todo el país. Además de las cerca de 2.000 familias cuyo futuro depende directa o indirectamente de las negociaciones in extremis con la multinacional para tratar de frustrar su marcha, lo que pasa con Vestas debería servir para resolver un problema de fondo que lastra la economía española.
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