1. Puede que más de una vez y más de dos vuecedes hayan reparado en un detalle referente a las testas marmóreas de los ciudadanos romanos que perduran en los museos, y es que muchas de ellas no son bustos, sino solo la cabeza y un tramo de cuello. Así mismo, también se suelen ver estatuas en perfecto estado a las que, en lugar de la cabeza, vemos un agujero. Ello es debido a lo siguiente: la industria del retrato en Roma era bastante pujante, y todo aquel con un mínimo de posibles se mandaba hacer una, o bien de algún ancestro y tal.
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