Cuando el convoy llegó a Avenida de América, entraron tres vigilantes de la empresa Falcon Seguridad y un perro con bozal. Los tres hombres desalojaron el vagón. "A la puta calle", comenzaron a gritar, según el relato de Juan Cristóbal. Él se dirigió a ellos y les dijo que no se marchaba, que tenía que enlazar con el último metro, como todas las noches. "Un vigilante rapado sacó su porra y empezó a golpearme en las piernas. Cuando le dije que qué hacía, empezó a insultarme 'hijo de puta, inmigrante de mierda' y cosas parecidas", recuerda Juan.
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