Los daños colaterales a veces se cobran víctimas simbólicas. Es el caso de esa bomba rusa que ha caído cerca de la casa natal de Stalin en Gori, Georgia. Cientos de personas están muriendo a causa de una línea que un día Stalin (a menudo se olvida que Iosif Stalin no era ruso, ni siquiera hablaba bien la lengua rusa) trazó en un mapa. En su casa museo en Gori, donde han caído las bombas, se conservan muchos recuerdos suyos, entre ellos la pluma con la que trazaba esas líneas arbitrarias.
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