“Yo no sé cómo deciros lo que os voy a decir… ¿vosotros seríais capaces de cargaros a un kafir (infiel)?”. La pregunta cortó en seco la conversación y sumió la sala en un silencio durante varios segundos. Ante la reacción de sus acompañantes, Antonio Sáez continuó entre susurros: “Aquí, ahora, mañana, cogemos a uno. ¿Seríamos capaces?”. Lo que no sabía en ese momento Antonio, peluquero de profesión y convertido al Islam bajo la identidad de Alí, es que entre los presentes había un mosso d’Esquadra infiltrado con una grabadora oculta.
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