La comparación entre las normas de conducta vigentes y la naturaleza humana ha sido de una trascendencia capital en nuestra misma cultura. Lo único verdaderamente absoluto, inmutable, es la naturaleza humana. Y, puesto que ésta es dinámica, es decir, es el principio de las actividades y operaciones propias de un ser, sólo será posible conocer la naturaleza humana observando cuál es el modo intrínseco y propio de comportarse los hombres.
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