Se estima que un ordenador desperdicia la mitad de la energía que consume. El otro 50% se pierde en forma de calor entre circuitos. Y es aquí, en el terreno de la eficiencia, donde los fabricantes se juegan tiempo, ingenio y dinero (mucho) para hallar alguna solución. Pero, no todo queda en manos de los fabricantes de equipos y partes de computación: también los usuarios tienen que poner su parte para lograr que un ordenador consuma menos
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