Cuando Donald Trump quiere algo, no lo pide, lo exige. Y no duda en lanzar un órdago, aunque vaya de farol. Por ejemplo, cuando dice que EEUU gasta un 4,2% de su PIB en Defensa, pese a que las cifras que maneja la OTAN le contradicen. No importa. El presidente estadounidense ha exigido a sus socios de la Alianza Atlántica una vez más que eleven su gasto en Defensa. No ya para cumplir con lo comprometido, un 2%, sino con el doble.
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