La única certeza es que nadie es capaz de prever qué ocurrirá. El vertido de unas 11.500 toneladas de agua con baja radiactividad al océano, medida inédita en la historia de la industria nuclear, abre la puerta a un margen de riesgo desconocido en la crisis radiactiva de Fukushima. "No hay que caer en alarmismos, pero se abre una ventana que nunca vimos abierta antes", ilustra el profesor Thomas Jung, experto de la Oficina de Protección de la Radiación del Gobierno alemán. "Se empieza a jugar con un margen de riesgo que se desconoce"
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