El uso recurrente de la pena de muerte hace que muchos piensen que pueden recurrir a ella para limpiar el honor de la familia. Las ejecuciones públicas prácticamente le otorgan un sello oficial de aprobación a estos actos de violencia. Las mujeres son las principales víctimas. La negativa a aceptar matrimonios arreglados o relacionarse con hombres que la familia no aprueba puede costarles la vida. La mayoría ocurren en áreas rurales, y se cometen anualmente al menos 5.000 y hasta más de 10.000 y no en una sola nación, sino en más de 54 países.
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