La glamurosa imagen de Cannes se desvanece. Los robos de joyas han empezado a ser una costumbre que empaña el perfil de marca de la ciudad. Una ráfaga pausada, pero continuada, de delitos que ya empañaron la última edición del festival de cine. El domingo pasado alcanzó su clímax: un espectacular atraco en el hotel Carlton se convirtió en el más importante de la historia criminal francesa, con más de cien millones de euros de botín.
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