Es difícil precisar cuál fue la primera representación artística de un espejo, pues ya en la antigua Grecia hubo algunos ejemplos que también se hicieron un hueco. De lo que no hay duda es de que la más celebrada, la que más influencia ejercería en la historia del arte, fue la contenida en El matrimonio Arnolfini. Este cuadro fechado en 1434 tiene un interés excepcional por muchos motivos —que ya desgranamos en este artículo—, pero ahora lo que nos interesa es el espejo que preside toda la escena como si de un ojo divino se tratase.
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