Las inmobiliarias nos piden un contrato de trabajo. Yo les digo que no tengo, que soy pensionista. Tampoco les vale el contrato de mi hijo, tiene que ser el de la persona que alquila, me responden», apunta con resignación. Las condiciones que piden los propietarios tampoco facilitan la situación de muchos aspirantes a alquilar. «Necesitas en el orden de entre 2.000 a 3.000 euros para entrar en un piso. Además del mes, te piden dos fianzas, seguro de impago e incluso, en un caso, nos reclamaban la comisión para la inmobiliaria», incide.
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