Los rascacielos que se supone tenían que alzarse en un par de años como símbolo de la reacción ante el ataque están apenas empezados. En algunos sitios quedan todavía escombros tóxicos resultantes del ataque del 2001. La crisis ha acentuado las dudas sobre un proyecto que no avanza y cuyos costes se multiplican, que bloquea la actividad en su entorno, y que prácticamente ha descartado la viabilidad de alguna de las cinco torres, como la espiral. Ya se habla de que la zona podría no terminarse hasta el 2030. Todo son dudas y decepción.
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