“El conflicto empieza cuando surge una relación plana y consumidora con los compañeros de cama. Lo que me sorprende hoy es la similitud entre las aplicaciones de citas y las compras online: tener un match en Tinder es como pedir una pizza por Deliveroo, un capricho en mitad del fin de semana. Salgo saciado, pero un poco asqueado. Esta reducción del acto sexual a una mercancía accesible en unos pocos clics no es moralmente problemática, pero proporciona placeres efímeros y sin respuesta”
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