Las señoras que acompañan en sus días actuales a los ya hombres de bien Santisteban, Sáenz de Hinostroza y Del Monte, ciudadanos probos, comparten clínica de estética, gimnasio, masajista y peluquería. En este preciso instante, inician una bonita coreografía como tres bacalaos de vientre plano, pecho seco, muslo enjuto, mecha rubia y depilado integral. Y mientras levantan su garrilla sin memoria de carne, se congratulan al recordarse unas a otras que se han convertido por fin en la imagen exacta, la perfecta imagen del objeto de deseo.
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