Rik deVillé, sacerdote católico jubilado, recuerda la primera denuncia que recibió por abusos sexuales a menores en el seno de la Iglesia belga. Fue en septiembre de 1992 y creyó que se trataba de una excepción escuchada en el curso de su labor pastoral en la parroquia de Buizingen, cerca de su actual domicilio en Tollembeek, un pequeño municipio en Bélgica situado sobre la frontera que separa...
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