Algunos hombres han cambiado de estrategia para dominar a la mujer. Ya no usan amenazas ni actúan con violencia, porque saben que los tiempos han cambiado y que si utilizan esas tretas se pueden encontrar con denuncias y separaciones. Los nuevos hombres «posmachistas» han espabilado. Admiten la igualdad entre sexos aunque no todas sus consecuencias. Por ejemplo, cuando surge un conflicto, imponen sus argumentos y desprecian los de las mujeres. Es una forma de dominación menos ruidosa pero que, como el viejo machismo, atenta contra la igualdad.
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