Me equivocaba. Dejé Internet hace un año. Creía que me estaba volviendo improductivo. Creía que no tenía sentido. Creía que estaba "corrompiendo mi alma". (...) A principios de 2012, con 26 años, me sentía quemado. Necesitaba un descanso de la vida moderna, la rueda de hámster que es la bandeja de entrada, el flujo constante de información en Internet que ahogaba mi cordura. Quería escapar.
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