Aunque la mayoría de la clase trabajadora china todavía no cuestiona políticamente al PCCh, existe una minoría concienciada que ya no confía en el partido para conseguir mejoras en sus condiciones de vida; ahora confían en las y los trabajadores organizados para luchar por ellas. Es el caso de la planta de Honda Lock en Guangdong, en la que el 50% son mujeres, que fueron a la huelga no sólo por aumentos salariales, sino que además pidieron la negociación colectiva, convenios legales y sindicatos independientes.
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