Hasta la fecha las autoridades pueden determinar la dirección IP desde donde se originó el correo electrónico, pero eso sólo permite identificar el lugar de origen, no el autor. En el mejor de los casos la policía puede establecer una lista de sospechosos basada en su ubicación. Sin embargo, la nueva técnica identifica patrones de escritura y es capaz de determinar si alguno de los sospechosos utiliza el mismo patrón empleado en el mensaje anónimo. Un equipo de investigadores de la Universidad de Concordia probó el método con éxito.
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