La novedad no es el modelo. Hace décadas que las fábricas chinas sólo necesitan un diseño digital para ponerse a trabajar con el equivalente industrial de las impresoras 3D. Lo nuevo es su democratización gracias al abaratamiento de las impresoras, a la simplificación del software y a la posibilidad de compartir los diseños por Internet. Como dice Anderson, "las mayores transformaciones no se dan por la forma de hacer las cosas sino por cuántas personas las hacen".
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