El recelo ha comenzado. El crecimiento vertiginioso del almacenamiento de datos en Internet ha condenado a la humanidad a la exhibición perpetua. Y eso la inquieta. Tanto, como para estampar duras acusaciones en el estado de Facebook o en un tuit encrespado. Entonces llega Google, y la serena con un humilde derecho a no ser nadie. Pero como detrás de la cruz está el diablo, al mismo tiempo, el Goliat tecnológico ....
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