Es la juventud sin futuro, sin casa, sin curro, sin pensión pero sin miedo, la que toma las calles para volver a tomar palabra y decidir su futuro. Estos jóvenes en Madrid, son los mismos que hemos visto en París, en Londres y en Roma, en Grecia y en Portugal, como en el Maghreb, tomar las calles y reconocerse, empezar a buscar caminos juntos, para que sean los poderosos los que paguen la crisis que han producido. Los gobiernos europeos quieren dejar a esta generación sin posibilidad no solamente de construir su futuro.
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