La elongación no es una tortura china que se le ocurrió a algún antiguo samurai. Por más que duela y nos cueste, al final del camino, gracias a la elongación logramos hacer a nuestro cuerpo más flexible y manejable, ayudamos a evitar lesiones y a relajar músculos tensionados. Y más importante aún, nos conectamos directamente con nuestro cuerpo y lo sentimos en todas sus partes; tomamos conciencia de nuestras limitaciones y una vez hecho esto, podemos empezar a trabajar para vencerlas.
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