Es muy de agradecer que la cultura esté ahí, a la vuelta de la esquina, en mitad de la calle de un barrio como el Zaidín, en el frontal de un quiosco, tentando al transeúnte, invitándole a la lectura, al placer del descubrimiento de un autor memorable cuyas novelas son de lectura obligada para todo el que quiera conocer lo que pasa en las calles de nuestras ciudades. Contado todo ello a través de tramas policíacas intrigantes, un lenguaje directo y un estilo depurado, irónico y socarrón.
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