Al llegar al piso, el dueño de la vivienda dejó solo a su compañero durante un momento y después le invitó a sentarse en una silla de la mesa del comedor, sobre la que había colocado el libro que supuestamente le quería enseñar. Tras prestarle sus propias gafas, y cuando la víctima examinaba el libro reclinado sobre la mesa, notó el primer impacto en la cabeza. Al parecer, el encausado utilizó una llave inglesa como arma, que la policía intervino para analizar la sangre y los cabellos adheridos en la misma.
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