Unos días en el pueblo para visitar a unos familiares, respirar aire puro o comprar ese chorizo tan rico pueden ser determinantes para tomar la decisión. Quedarse en el pueblo ha dejado de ser cosa de ancianos que nunca habían salido de él, de agricultores o ganaderos que debían encargarse de sus tierras y animales o de retornados de la emigración que preferían disfrutar los paisajes que tanto habían añorado para convertirse en una opción que cada vez sigue más gente, muchos de ellos jóvenes y con una alta preparación profesional.
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