No hay duda de que hay buena parte de legitimidad en el levantamiento popular contra Al-Assad en Siria. Pero no debemos quedarnos ahí. En Irak, Saddam Hussein también sufrió una gran oposición interna, y ordenó masacres contra su propio pueblo, especialmente en el área kurda (como hoy en día hace Turquía), y aún así, la población mundial encontró razones para manifestarse contra aquella guerra. Hoy en día, también en 2012, merece la pena unirse a la oposición, popular y no violenta, ante esta dictadura mundial. ¡No a la guerra!
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