Se convierte en una paradoja, por tanto, la agresividad de algunos comunicadores para crear un marco comunicativo de opuestos donde no entren todas las opiniones y dudas, donde quien difiera se convierta automáticamente en un enemigo. La expulsión y humillación pública de quien tiene una propuesta distinta, de quien expresa unos sentimientos diferenciados ante lo que acontece no es más que la imposición de un discurso único. Y esto es, precisamente, lo contrario a esa pluralidad política que se dice defender.
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