Los datos. La diferencia es abrumadora. El ejemplo más significativo es Bergen, segunda ciudad en importancia y tamaño del país. Un informe reciente estima que los niveles de dióxido de nitrógeno (el componente más letal de cuantos emiten los vehículos motorizados) ha descendido a los niveles de 2002 (en plena expansión del diésel). La caída es del 14,5% respecto a 2016, coincidente con la caída de trayectos en coche registrada en la ciudad.
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