Donald Trump ha puesto el dedo en la llaga al denunciar la dependencia alemana del gas ruso. Aliñando sus declaraciones con múltiples errores factuales, el presidente de Estados Unidos ha venido a subrayar una verdad incontestable: la incoherencia que supone que Berlín sea, de un lado, uno de los más firmes defensores de las sanciones a Moscú y que, por el otro, esté construyendo el Nord Stream 2, un nuevo gasoducto que unirá directamente ambos países y aumentará el volumen de gas licuado que importa de Rusia.
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