La idea de que las notas escolares no siempre son objetivas no es nueva, pero que el nombre propio de un alumno sea un factor para su éxito escolar es un resultado algo sorprendente de un estudio de la Universidad de Oldenburg (norte de Alemania), dirigido por la profesora Astrid Kaiser. Según el estudio, un trabajo firmado por un niño llamado Kevin, Mandy o Cedric -nombres que en Alemania están ligados a estratos sociales inferiores- suele tener una peor calificación que un trabajo idéntico firmado por Maximilian, Jakob o Simon.
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