El hotel está saturado de viajes de la Tercera Edad y no hay quien de un paso. No se puede desayunar sin hacer una larga fila. El anunciado wifi solo sirve para el salón. La calefacción no funcionaba y me estuvieron engañando desde recepción en unas cuantas llamadas: “en 10 minutos funcionará”, decían. Pero no funcionó nunca. Había 2º tanto en el exterior como en el interior.
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