Lo vendieron como una revuelta espontánea originada por ciudadanos de Bagdad que quisieron tirar abajo la estatua de su antiguo dictador, para posteriormente recibir la ayuda de los soldados norteamericanos que tan bien estaban siendo recibidos. Pero la realidad fue bien distinta: fue una iniciativa del ejército americano y sólo unos pocos 200 iraquíes se congregaron aquel día junto a la estatua porque toda la plaza que la rodeaba estaba siendo protegida por tanques.
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