Donald Trump fue incapaz de aceptar los resultados de 2016 y eso que ganó las elecciones. Ganó los votos del Colegio Electoral, pero perdió el voto popular, algo insoportable para un ególatra que solo juega a ganar, sea como sea. En vez de respetar las complejas reglas del proceso electoral estadounidense, que hace cuatro años le beneficiaron, prefirió levantar el fantasma del fraude asegurando, sin ninguna evidencia, que habría ganado el voto popular si no fuera esos millones de "votos ilegales" que fueron a Hillary Clinton.
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