Alessia Mancini se presentó a Miss Italia porque quería divertirse. Y porque se veía con posibilidades. Joven, guapa, con unas medidas de escándalo, quería aprovechar la oportunidad. No ha ganado, pero hoy la conoce toda Italia -y parte del extranjero-, aunque no lleve la corona de embajadora de belleza de su país. El revuelo surgido alrededor de su identidad sexual la ha obligado a justificarse delante de la audiencia. «¡No soy transexual!», sollozaba en respuesta a quienes le acusaban de haber roto una de las normas: haber nacido hombre.
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