Tobby, el perrito que tanta ilusión hizo al chiquitín de la familia en las últimas Navidades, era un estorbo y a alguien se le olvidó en la carretera. Para evitar que Tobby les siguiera –”nuestro perro es muy listo”– había que huir rápidamente del lugar, y a 210 kilómetros por hora por la autopista ya nadie podría relacionarles con el abandono. Así, en el particular balance de nuestro protagonista se acumulaban los dos primeros delitos veraniegos: maltrato y abandono de animales y conducta temeraria al volante.
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