Al doctor lo único que le interesaba es saber donde tenia la tarjeta sanitaria. La imagen era patética, yo con el anzuelo en el dedo y él sentado en el otro lado de la mesa. Después de un rato de esperar a ver que hacíamos con el anzuelo, me dijo que me atendía pero que le tenia que firmar una factura y me la mandarían a casa. Por fin me dijo que me tumbara en la camilla. La enfermera le entregó unas tenazas para extraerme el anzuelo y él me agarro el dedo. Le pregunté: ¿Qué haces, no pretenderás extraérmelo estirando sin dormirme el dedo?
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