Ni pizza ni comida china. La expectación provocada por una entrega a domicilio, un sábado por la noche, la ha provocado un pedido de whisky y cava desde un domicilio del Eixample. La escena es cada vez más cotidiana. Un grupo de amigos quedan para cenar en casa. Dudan sobre si salir o no. Al final se quedan en casa escuchando música, pero a las dos de la madrugada, todos están animados y la nevera y el mueble bar están agotados. Entonces, alguien recuerda que hay empresas que, además de comida, proporcionan bebida a deshoras.
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