Jorge Dorribo llevaba semanas con la idea de «tirar de la manta» en la mente. La vida entre rejas se había convertido en algo insoportable para un hombre acostumbrado a su lujoso chalé de Santa Mariña y a dormir en la mejor suite de cada hotel. En su cabeza no cabía la realidad que estaba viviendo desde que la jueza Estela San José lo envió a prisión, en mayo, como el único encarcelado de la operación Campeón. Él, que siempre se manejó con soltura en cualquier ambiente, tanto para quedar con un ministro en una gasolinera como para moverse...
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