Xi, al parecer preocupado de que el culto independiente amenace al dominio del Partido Comunista en la vida cotidiana china, ha buscado que el cristianismo se someta de manera más firme al control del partido. Este año, el gobierno prohibió la venta en línea de la Biblia, quemó cruces, demolió iglesias y obligó a que se clausuraran por lo menos media decena de lugares de culto.
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