El 14 de junio de 1938 el capitán Valentini di Laviano escribe a la condesa Anna Antineri, harto de ser engañado. Lleva escuchando desde hace 12 meses que abandonan España y regresan a Italia. Un espejismo que se escapa con cada batalla ganada: “Basta, esto es una estafa deshonesta, y yo no soy ni un mercenario ni me han comprado. Estoy cansado, estoy mal, he salvado la piel demasiadas veces porque puedo y quiero continuar en esta vida. Y además estás tú, que sufres como yo o más que yo; está mamá vieja y cansada”.
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