Tic, tac, tic, tac... España esconde una bomba de relojería. Está semioculta porque la crisis antepone lo urgente a lo importante; pero está ahí. La gente nunca ha prestado mucha atención a una cuestión clave: cuánto hay que ahorrar para que el nivel de vida no se resienta cuando llegue la edad de jubilación. Y no lo ha hecho por el colchón de la pensión pública. Sin embargo, las matemáticas y la demografía son tozudas y cuestionan la sostenibilidad del actual sistema público de pensiones.
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