C&P - Yo siempre había creído que la democracia se asentaba en el equilibrio de los tres poderes del Estado, el ejecutivo, el legislativo y el judicial, sin que ninguno de ellos prevaleciera sobre los demás. Pero yo debía de haberme quedado dormido en la noche de los tiempos porque la ONU, la OEA, la CE y gobiernos de muy distinta hechura me advierten que ésas son antiguallas de Montesquieu, pudiendo el ejecutivo pasarse por el arco del triunfo a parlamentos y tribunales, que en una democracia moderna vienen a ser algo así como floreros.
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