En ocasiones hay que ser un poco bancos y no dar crédito, ser como santo Tomás y desconfiar de las evidencias, de las llagas en las manos y de las heridas de lanza romana, por mucho que uno haya visto moverse aquellos labios mientras dibujaban el sonido sordo, velar y fricativo de la jota en ese “que se jodan” que ya ha quedado escrito para la posteridad en su entrada de la Wikipedia.
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