Por molestias musculares he acudido a un fisioterapeuta que me pillaba cerca de casa. Al llegar, el cuestionario de turno. – Por favor, rellénalo. Nombre, dirección, estado civil, DNI, profesión, email… Coño, ¿para recibir un masaje también tengo que dar mi correo electrónico? Relleno nombre y edad y entrego el formulario. La persona que me hace esperar y me proporciona con mano de aparente inocencia aquel papel inquisidor, me dice que me faltan datos por rellenar. – No te molestes, pero es que no tengo por costumbre dar datos tan personales...
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