Las diputaciones españolas no son elegidas por la ciudadanía ni le rinden cuentas políticamente. Ello las convierte en terreno abonado a la opacidad y al clientelismo. Herramientas eficaces para la financiación indirecta de los partidos políticos, por la vía de garantizar sueldo a políticos cesados de otros cargos o a liberados de los partidos, en una cantidad a menudo tan notable que me sorprende que no haya sido motivo de crítica por los medios de comunicación. Con estos antecedentes, darles mayor protagonismo raya lo delirante.
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